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Diego Dato, la pasión por la cocina con marca Berasategui
23/01/2022
Nuestra Gente
Hoy queremos presentarte a Diego Dato. Todo un apasionado de la delicadeza culinaria que a sus 35 años siente sus sueños cumplidos al haber logrado ser la cabeza visible de nuestro @melvinbymartinberasategui, como parte del equipo de su maestro, Martín Berasategui.
Hoy se deleita mientras prepara las famosas cocochas de merluza al pilpil de su mentor, mientras los atardeceres plagados de rojos y dorados del litoral del suroeste tinerfeño le hacen vibrar al descubrirse viviendo su sueño particular, ese que nunca imaginó alcanzar, del que no quiere despertar. ¡¡Ni nosotros que lo haga!!
Dicen de él que ya de pequeño era el “catador oficial de los guisos que se hacían casa”. No cabía duda, ya por entonces, de que su futuro se iba a fraguar entre fogones. Un oficio en el que se formó y se curtió poco a poco hasta llegar a formar parte de la gran casa de Berasategui en el restaurante Lasarte, donde nuestro hoy reputado chef adquirió algunas de las pócimas que lo han convertido en un verdadero mago de la cocina.
Del Lasarte y la sabia instrucción de Berasategui, llegó a las de Santi Santamaría en el conocidísimo Can Fabes y, desde allí, la fortuna lo trajo hasta la idílica isla de Tenerife en la que hoy disfruta, no solo de las impresionantes puestas de sol que le brinda la terraza del restaurante Melvin, cuando el cielo se vuelve un espectáculo de rojos y púrpuras sobre la silueta de La Gomera, sino también de las agrestes montañas que conforman el paisaje de la isla y en las que en sus ratos libres se rodea de naturaleza, recorriendo la infinidad de rutas que Tenerife ofrece a los amantes del senderismo, con sus cambiantes y sorprendentes paisajes, llenos de verde naturaleza, profundas gargantas y elevadas cimas.
Recién aterrizado en el paraíso, los fogones del M.B., de Berasategui en The Ritz-Carlton, y la batuta de Erlantz Gorostiza crearon la sintonía perfecta para una promesa que se cumplía en cada guiso y que tras un año de formación le abrió las puertas del Txoko como sous chef.
Su talento innegable, esa forma única suya de trabajar los arroces en cuya cultura creció, su toque especial con cada guiso, ese guiño de AOVE que dejan su nota personal en cada plato de pescado, le convirtieron pronto en el candidato ideal para llevar las riendas por sí mismo de otro de los restaurantes estrella Michelin del maestro Berasategui: nuestro Melvin.
Con tan solo 31 años se convirtió en el amo de las cocinas que cada día deleita, en Las Terrazas de Abama Suites, con cada uno de sus platos a los que no les sobra cariño ni les falta paciencia. Hoy, a sus 35, y mientras vive ese sueño del que no queremos que se despierte, disfruta tanto de su pasión en su profesión como en su vida cuando sale de las cocinas para adentrarse en los campos de Abama Golf para desconectar, y es que el golf es otra de sus grandes pasiones desde los 11 años.
Hoy se deleita mientras prepara las famosas cocochas de merluza al pilpil de su mentor, mientras los atardeceres plagados de rojos y dorados del litoral del suroeste tinerfeño le hacen vibrar al descubrirse viviendo su sueño particular, ese que nunca imaginó alcanzar, del que no quiere despertar. ¡¡Ni nosotros que lo haga!!
Dicen de él que ya de pequeño era el “catador oficial de los guisos que se hacían casa”. No cabía duda, ya por entonces, de que su futuro se iba a fraguar entre fogones. Un oficio en el que se formó y se curtió poco a poco hasta llegar a formar parte de la gran casa de Berasategui en el restaurante Lasarte, donde nuestro hoy reputado chef adquirió algunas de las pócimas que lo han convertido en un verdadero mago de la cocina.
Del Lasarte y la sabia instrucción de Berasategui, llegó a las de Santi Santamaría en el conocidísimo Can Fabes y, desde allí, la fortuna lo trajo hasta la idílica isla de Tenerife en la que hoy disfruta, no solo de las impresionantes puestas de sol que le brinda la terraza del restaurante Melvin, cuando el cielo se vuelve un espectáculo de rojos y púrpuras sobre la silueta de La Gomera, sino también de las agrestes montañas que conforman el paisaje de la isla y en las que en sus ratos libres se rodea de naturaleza, recorriendo la infinidad de rutas que Tenerife ofrece a los amantes del senderismo, con sus cambiantes y sorprendentes paisajes, llenos de verde naturaleza, profundas gargantas y elevadas cimas.
Recién aterrizado en el paraíso, los fogones del M.B., de Berasategui en The Ritz-Carlton, y la batuta de Erlantz Gorostiza crearon la sintonía perfecta para una promesa que se cumplía en cada guiso y que tras un año de formación le abrió las puertas del Txoko como sous chef.
Su talento innegable, esa forma única suya de trabajar los arroces en cuya cultura creció, su toque especial con cada guiso, ese guiño de AOVE que dejan su nota personal en cada plato de pescado, le convirtieron pronto en el candidato ideal para llevar las riendas por sí mismo de otro de los restaurantes estrella Michelin del maestro Berasategui: nuestro Melvin.
Con tan solo 31 años se convirtió en el amo de las cocinas que cada día deleita, en Las Terrazas de Abama Suites, con cada uno de sus platos a los que no les sobra cariño ni les falta paciencia. Hoy, a sus 35, y mientras vive ese sueño del que no queremos que se despierte, disfruta tanto de su pasión en su profesión como en su vida cuando sale de las cocinas para adentrarse en los campos de Abama Golf para desconectar, y es que el golf es otra de sus grandes pasiones desde los 11 años.
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